lunes, 21 de abril de 2008

Fuentes Para Causas Internas de la Independencia de Venezuela. Carta de Miranda a William Pitt


Tomo IX

Carta de Miranda a William Pitt

Doc. 1232

Nº 3 correspondiente al nº VIII del Registro de 1790

Propuesta. En consecuencia de la Conferencia [con William Pitt]

tenida en Hollwood el 14 de febrero de 1790

La América española desea que la Inglaterra le ayude a sacudir

la opresión infame en que la España la tiene constituida,

negando a sus naturales de todas clases el que puedan obtener

empleos militares, civiles o eclesiásticos de alguna

consideración y confiriéndolos sólo a españoles europeos de

baja esfera, por lo general, que vienen allí únicamente para

enriquecerse, ultrajar y oprimir los infelices habitantes, con una

rapacidad increíble, prohibiendo aún a la nobleza americana el

que pase a España ni a ningún otro país extranjero sin Licencia

particular del Rey, que rarísima vez se concede; verificándose

así el tenerlos aprisionados sin causa ni motivo alguno y, lo que

es más aún, oprimir también el entendimiento con el infame

tribunal de la Inquisición, que prohíbe cuantos libros o

publicación útil parezca, capaz de ilustrar el entendimiento

humano, que así procuran degradar, haciéndole supersticioso,

humilde y despreciable por pura crasa ignorancia.

Los pueblos de varias Provincias de la América en la

desesperación, con el exceso de tributos, injusticias y toda suerte

de abusos, se han sublevado en diversos períodos, más sin

conseguir el alivio que buscaban porque viniendo a someterse al

fin, han aumentado más bien sus calamidades. Caracas se

levantó por los años de 1750. Quito en el de 1764. México

trataba de su Independencia con la Inglaterra en 1773. El Perú

estuvo sublevado en marzo de 1781 y en el mes de junio de este

propio año (1781) el reino de Santa Fe de Bogotá en rebelión,

expulsó al Virrey y tropas europeas, quedándose el pueblo

dueño del país...Vinieron a una capitulación después en que el

Rey se sometió a todo, ofreciéndoles cuanto deseaban y luego

que recobró el poder, rompió dicha estipulación, faltó a su

palabra y les ha tratado con la mayor crueldad, propasándose

aún a hacer aprisionar otros sujetos de primera distinción en

aquellos países por órdenes arbitrarias o Lettres de Cachet, sin

que estas personas hubiesen dado el menor motivo para ello.

En esta situación pues, la América se cree con todo derecho a

repeler una dominación igualmente opresiva que tiránica y

formarse para sí un gobierno libre, sabio y justo, con la forma

que sea más adaptable al país, clima e índole de sus habitantes,

etc. Tanto más que en ello no se usurpa ni hace la menor

injusticia a los Reyes de España, que todo el mundo sabe cuán

poco contribuyeron a los gastos del Descubrimiento del Nuevo

Mundo y en nada seguramente para las conquistas... por lo cual,

sin embargo, se han hecho pagar sobradísimamente, si no es que

se quieran alegar por derecho fundamental de los herederos y

sucesores de don Fernando el Católico, la Donación curiosa del

Papa español Alejandro VI, cuyo asunto más es para tratarlo

jocosamente en el día que en una discusión seria.

Por sí sola podría América verificar la expulsión antecedente,

siendo superior en población y mucho más en riquezas a la

España, mas si se considera la extensión de aquel continente y

las grandes distancias que hay de una capital a otra; si se

observa que no hay caminos para comunicarse por tierra, siendo

preciso el ir por mar de una a otra parte y lo que es más aún, el

no haber en todos los dominios españoles de aquel hemisferio

una sola gaceta por donde comunicar las ocurrencias de una a

otra provincia, se ve que es imposible obrar de acuerdo y que,

por consecuencia, es indispensable para ello una fuerza marítima

que preserve las comunicaciones libres y resista a las que la

España envíe a fin de obstruir estos designios.

A ninguna potencia le es esto más fácil que a la Inglaterra y bajo

los principios de justicia, reciprocidad perfecta hacia la España y

propios intereses. La América tiene un vastísimo comercio que

ofrecer con preferencia a la Inglaterra; tiene tesoros con qué

pagar puntualmente los servicios que se le hagan y aún para

pagar una parte esencial de la Deuda Nacional de esta nación;

por cuyas razones, juzgando de mutuo interés estos importantes

asuntos, espera la América que, uniéndose por un pacto solemne

a la Inglaterra, estableciendo un gobierno libre y semejante y

combinando un plan de comercio recíprocamente ventajoso,

vengan estas dos naciones a formar el más respetable y

preponderante cuerpo político del Mundo.

Si se considera la analogía de carácter que hay entre estas dos

naciones y los efectos inmediatos que es necesario produzca la

libertad y el buen gobierno, dando una instrucción general a la

masa de la Nación que expela progresivamente las

preocupaciones religiosas en que están imbuidos aquellos

pueblos, por otra parte honrados, hospitalarios y generosos, no

se debe dudar que formaran en breve una nación respetable,

ilustre y digna de ser el aliado íntimo de la potencia más sabia y

más célebre de la tierra.

El estado adjunto manifiesta la población, riquezas y productos

actuales de la América Española, como asimismo sus consumos

de Europa, etc., y un plano comparativo de la España

presentemente, por donde se puede inferir la disparidad que hay

en favor de la primera y la imposibilidad en que está la segunda

de hacer una oposición eficaz, siempre que la combinación

antecedente se llevase a debido efecto. La practicabilidad de

todas las operaciones militares (para lo cual se requieren sólo 12

a 15.000 hombres de infantería y 15 navíos de línea) será asunto

para explicarlo después si fuese necesario, como asimismo la

posibilidad de formar sin mayor dificultad un canal de

navegación en el istmo de Panamá, que facilite el comercio de la

China y del mar del Sur con innumerables ventajas para la

Inglaterra, América, etc..

En Londres, a 5 de marzo de 1790.

Don Francisco de Miranda

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